18 Oct Enseñanzas diarias (por Ignacio Herrero Mendoza)

Compartimos con vosotros este artículo que ha escrito nuestro Cofundador, Ignacio Herrero Mendoza, en su perfil de LinkedIn.

¿Qué pensáis?

Me gustan las lecciones que nos dan algunas personas en determinadas situaciones diarias, aparentemente insignificantes.

Hace unos días, escuchando la radio por la noche, con esa calma que da la madrugada, entrevistaban a un cantautor al que sigo desde hace un tiempo. Y además de algunas curiosidades, detalles biográficos o primicias de nuevos lanzamientos, me quedé con un concepto. Ante la pregunta de “¿Cómo haces para emocionar a tanta gente que escucha tus canciones?”, la respuesta fue directa, sencilla:

“Busco hacer las cosas bien; busco la excelencia cuando escribo canciones. No busco emocionar, eso es una consecuencia”.

Me recuerda a lo que siempre he admirado del grandísimo deportista Rafael Nadal, que continuamente afirma que él no busca ser el número uno del ranking, sino que busca trabajar mejor para poder ganar el siguiente partido, el siguiente torneo; y el número uno será una consecuencia.

Así planteado, parece obvio, sencillo. Pero ¿qué pasa cuando hablamos de una gran empresa? Ahí todo se ve de otra manera, entran en juego otros parámetros; hablamos entonces de los intereses de las distintas divisiones de negocio, de la importancia de las carreras individuales y sus egos, las exigencias del corto plazo, la excusa del cumplimiento del presupuesto (al menos el de gastos, ya que el de ingresos se complica…). ¿Y no sería válido el sencillo planteamiento del cantante y el deportista? No sé si un directivo podría decir que su objetivo es hacer bien las cosas, es buscar la excelencia para sus clientes y para las personas de la Organización, y no el clásico “mi objetivo es cumplir el presupuesto, es lograr mis objetivos”. Algunos directivos afirman que su objetivo además de cumplir el presupuesto, es hacer las cosas bien. Pero incluso en este caso, parece fácil pensar que durante el año habrá situaciones difíciles, que les harán tomar decisiones que comprometerán la excelencia, favoreciendo el resultado a corto plazo.

Hay otra forma de trabajar, que es con la visión de largo plazo del músico que sabe que su carrera se basa en captar a nuevos seguidores, y en fidelizar a los que ya lo son, haciendo las cosas bien siempre, siendo auténtico, sorprendiendo a sus clientes, superando sus expectativas y de esa manera logrando sus objetivos.

Y entonces sí, una vez hecho esto, hay que recrearse y medir los resultados, para comprobar que la excelencia siempre tiene impacto positivo en la cuenta de resultados.

Se trata por tanto de transformar lo necesario para poner el foco únicamente en la excelencia con las personas y los clientes. Y de situar al cliente en el centro.

Se trata de encontrar el lugar del cliente.

TCS



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